Reflejo en la imaginación

Un día caluroso, uno más de entre tantos en ese verano. Luna va de camino a la universidad, vive a un par de cuadras y siempre ha preferido caminar. Mientras camina se encuentra una tienda de ropa, mira su reflejo en el vidrio, y detrás de ella mira a alguien acercarse. Es Raúl. La envuelve en sus brazos, le da un beso y la toma de la mano.

Caminan por la ciudad como si la estuvieran conociendo por primera vez, conociéndose ellos, besándose en cada esquina, en cada semáforo que se pone en rojo. 

Luna no puede esconder su felicidad, no quiere que su día termine. 

Pasan por un parque, se recuestan en la hierba y juegan a encontrar formas en las nubes. Se toman de la mano, se miran. Y hablan de lo que más les gusta, la música que guardaron el día anterior, las películas que han visto juntos, sus amigos y sus vidas.

Pasan por la casa de Raúl, aprovechan que no haya nadie para hacer el amor.  Se ríen, se abrazan. Hablan de nuevo de ellos, de un futuro viviendo en la montaña, en el frío que aman, enciendo una chimenea.

Las horas pasan, Luna debe irse. Raúl va con ella, y vuelven a recorrer los lugares por los que estuvieron temprano. Pasan por la misma tienda de ropa en la que se encontraron. 

Luna mira a la vitrina de nuevo, se observa con detenimiento. Está sola. Se abraza a sí misma y limpia la lagrima que cae por su mejilla. Y sigue caminando, ahora con más prisa. Va tarde a su clase.