Esperaba no dormir: crítica a "Sleeping Beauty"

Imagen tomada de blogdecine.com

Las recomendaciones externas a veces no existen, y nos auto recomendamos algo. En Youtube ves el trailer de una película, y te propones verla en algún momento. Eso me sucedió con "Sleeping Beauty", y no hablo de aquella cinta de Disney, sino del film de Julia Leigh.

Emily Browning (Sucker Punch), es nuestra bella durmiente de carne y hueso; su nombre es Lisa, la común chica que estudia y trabaja para pagar sus estudios (eso supongo). Su falta de dinero la lleva a prostituirse, pero no como cualquier otra prostituta. Inicia como mesera en ropa interior en extrañas reuniones de gente adinerada, para luego ser el objeto sexual de hombres, quienes hacen con ella lo que desean mientras ella duerme después de tomar una droga. La sinopsis engancha a quién desee verla.

Entonces mientras la vemos, observamos el trabajo de Julia Leigh, una novelista australiana quien realiza su primer trabajo cinematográfico, escribiendo y dirigiendo "Sleeping Beauty", y nos muestra a esta mujer que parece no saber que hacer, que no tiene problemas pero que a la vez tiene bastantes. Mientras avanza la película trato de descubrir que sucede con Lisa, en especial cuando acepta tomar la droga para quedar dormida y que los clientes hagan con ella lo que desee, eso sí, la dueña de este negocio aclara que no pueden penetrarla ni dejar marcas en ella, pero no nos muestran que hace cada cliente con ella, y las escenas se desvenasen a negro. Hay muchas partes que no se entiende, y ya sé que a veces no es necesario que se expliquen ciertas cosas, pero sí se necesita desenvolver un poco la personalidad de Lucy para que nos aclare algunas incógnitas.

Imagen tomada de film-book.com

Browning, quien ya hizo un papel de chica sexy en "Sucker Punch", se arriesga en un papel difícil, mostrándose desnuda, y hay un par de escenas que sin duda debieron ser difíciles de grabar como cuando es revisada como si fuera una mercancía, y nos da una excelente interpretación de Lucy, siento eso lo mejor de la película  Las escenas en que los clientes se quedan a solas con ella me hacen pensar en que es una trama voyeurista, y sólo queremos saber que sucede en aquella habitación y aquellos desvanecimientos a negro, nos dejan con la incertidumbre.

Imagen tomada de film4.com

Pero la película es lenta, y se vuelve aburrida, no hay un momento que enganche al espectador, y se vuelve monótona  Leigh escribe una gran historia, que no está escrita como para un espectador, sino para un lector, y de seguro leyéndola, aquellos desenlaces, que no muestra, hubiesen sido mejores en la imaginación de cualquier lector.

Relato de cien pisos

Cien pisos de altura, dicen que el edificio es verdaderamente alto, es un rascacielos y, además, nadie sabe exactamente cuantos metros o pies tiene. En aquellos pisos debe haber cientos de oficinas y cubículos en los que la gente guía su rutina diaria.

Entran y salen miles de personas a diario: las que trabajan allí, las que entran a conocerlo, las que quieren ir al último piso, las que van en busca de algo que cambie su vida. Las filas se hacen largas para tomar el ascensor, todos deben subir.

¿Alguien sabe qué tipo de oficinas hay allí? No, todos saben que entra gente a trabajar, pero nadie sabe que clase de negocios se manejan allí; apuesto a que ni las mismas personas que a diario laboran diez horas, no saben cuál es el propósito de sus actividades.

Los rascacielos guardan una gran cantidad de suicidas en su interior, muy pocos logran cumplir su objetivo, pero todos tienen en común el idear su muerte lanzándose de uno de los pisos del edificio, sentir el viento por todo su cuerpo, y golpear el piso con tanta fuerza que su huella quede en el pavimento; pero no contemplaron que su huella no perduraría, y la gente encargada de la "belleza" de la ciudad, o del mismo edificio eliminarían aquella fatídica huella.

Lo cierto es que el edificio guarda personas, aquellas que llevan zancos escondidos bajo las suelas de sus zapatos, las que lloran en el baño y utilizan una mascara a prueba de agua para que no se note en su rostro lo que hicieron, aquellas que pierden sueños cada año que mantienen el mismo empleo.

Dos pisos deben estar llenos de personas felices, noventa pisos con personas infelices, y los ocho restantes de las personas que van a conocerlo.

Puedo contabilizar lo que desee, elaborar estadísticas acerca de la gente dentro, y por estúpido que parezca, no recuerdo su nombre.

Textos de la noche

Todas las noches con él comienzan igual, simplemente con un mensaje de texto. Quiero rehusarme a salir corriendo por la puerta una vez más, pero es imposible. Tan sólo con una palabra, puede hacer que invente algún pretexto, un evento, una reunión, para ir y verlo.

Llego a su apartamento, y como siempre una copa de vino me espera en la mesa de sala. La tomo, la bebo, ya sin siquiera disfrutarla. Aparece él, con su cara de ansiedad. Ya no hay tiempo para hablar, hace varias noches, los formalismos terminaron. Todo cumple la misma rutina, los mismos besos, las mismas caricias, los mismos movimientos, la única variante son las sábanas de su cama. Cuanto placer, cuanto sudor, cuanta satisfacción en los dos. Quedarnos abrazados no es una opción.

Nuestros ojos reflejan la extenuación de nuestros cuerpos, de aquel rodar y rodar, en una cama que siempre me parece ser más grande. Lo único que puedo decir al final es “regálame un vaso con agua”.

Nos despedimos con un beso, por compromiso y por gratitud; los dos coincidimos diciendo “me llamas”, sabiendo que esto funciona con un simple mensaje de texto. Salgo de su apartamento, aún no es tan tarde, y camino por la calle un rato, tratando de arreglarme un poco, y también buscando una tienda y conseguir un cigarrillo.

En ese cigarrillo, están las palabras no dichas que se desvanecen con el humo, las cenizas que se apagan como las agarradas de mano que alguna vez hubieron, y esa colilla doblada que queda en el suelo son los abrazos rotos tan necesitados, tan suspirados, tan hablados, que nunca nos daremos.

'Confianza', ¿en emoticones?

Tomada de blog.80millionmoviesfree.com

¿Recuerdan a David Schwimmer?, ¿Ross en Friends? Ahora ya no sólo es actor, también es director de cine, y su última película, dirigiendo, es Trust.

La película es acerca de Annie (Liana Liberato), una chica de 14 años envuelta en tecnología e Internet. Ella conoce a Charlie vía Internet, mediante los recordados chat rooms. Él es guapo, la entiende, le da buenos consejos, y está al tanto de todo lo que ella hace, por lo que Annie se enamora de toda la figura virtual que es Charlie, el chico perfecto. Pues no, nadie es tan perfecto, y Charlie no era la excepción, y mintió acerca de todo, desde su edad, hasta su apariencia física al enviar fotos falsas. Los dos se conocen, Charlie era mucho más mayor de la edad que había dicho tener, y con mucha palabrería la engaña y la lleva a un hotel en donde abusa sexualmente de ella, de una manera un tanto consentida, pues no puso mucha resistencia.

Después de aquella escena sexual, comienza el drama. Annie no recibe mensajes ni llamadas de él lo que hace que se deprima, su mejor amiga involucra a la policía, y su familia se entera. Toda esa vida perfecta en su familia se vuelve un desastre. Clive Owen es el padre de Liberato, y es a quien más afecta todo el asunto de la violación a su hija. De allí vendrá la obsesión de Owen por encontrar a Charlie, por saber que hablaba con su hija, por buscar agresores sexuales en cada persona que ve, incluso en sí mismo; y la madre, interpretada por Catherine Keener (40 year old virgin), luce más tranquila que aterrada. Annie sufre de síndrome de Estocolmo, el amor por el mal, por el malvado, o tal vez el gusto de lo malo, hace que ella mantenga su afirmación de que él no abusó de ella.

Schwimmer hace de la historia una enseñanza: mucho Internet, teléfonos celulares, falta de control de los padres es malo, pero eso ya lo sabemos. Clive Owen sobrepasa los límites de un papá dolido por la situación, y se vuelve un sufridor excesivo, a quien la vida se le hace difícil, y se angustia con buscar una venganza para él, camuflada en nombre de su hija. Keener en cambio, es la cordura, la tranquilidad, que igual es excesiva, no parecería ser la mamá de una niña de 14 años abusada sexualmente. Todo se torna aburrido al centrarse en el padre de Annie, es mas, te quedas esperando que mate a alguien, con una golpiza, y en especial, me deja con la sensación de que no existe un clímax en la película que complazca: atrapar a Charlie, una muerte, un escape, nada, simplemente ella encerrada en casa, en espera de algo, que nunca aparece.

Hay historias en que los finales felices no entran, no calzan por ningún lado, y esta película era una de esas, pero no es así, y nos siguen llenando con historias de finales felices, y en este caso agridulces.

El hombre del sombrero


Era un viernes, parecía que iba a llover, el tiempo me jugaba en contra, y hacer diligencias era una necesidad en ese momento. La tarde pasó volando, y la noche se estaba vistiendo. Eran ya las siete de la noche, y tenía que llegar a casa. Mi ansiedad era grande al ver que para todo el mundo, el tiempo era un juego.

Parada, esperando que llegue mi transporte, el cual simplemente era incierto, vi a aquel señor. No puedes llamar hombre a alguien así, la palabra lo dice todo, era un Señor. Él estaba sentado, fumando un cigarro, llevaba un sombrero, unos zapatos muy limpios, y una chaqueta de color verde, y en su rostro se notaba las arrugas que indicaban que era mayor. Tal vez tendría unos 50 años, no lo sé.

Yo siempre tímida y con miedo, preferí no sentarme a su lado, se me hace difícil confiar, mucho más en la calle. Otra mujer tomo el puesto que estaba libre, y comenzó a hablar con él. Eran dos extraños que se hacían preguntas, y mi atención siempre recaía en las palabras de aquel señor. Puedo decir que él era español, con una voz ronca, supongo que producto de fumar durante varios años, simplemente estaba embrutecida por él.

Nunca sentí tanta envidia de una mujer, excepto en ese momento. Quería ser yo quien hablara con él, quería acercarme más a él, sentir el humo del tabaco que salía de su boca.

Terminó su cigarrillo y se fue, lo pude ver hasta que doblo la esquina, y ahí quedo mi recuerdo de aquel señor. Cuantas fantasías he creado en mi cabeza para recordarlo, pero con el tiempo su imagen se ha borrado de mi memoria, y lo único que puedo recordar es su sombrero.

Sin bar, igual hay cerveza

El bar es el de siempre, la gente no. Miro alrededor buscado a alguien que esté en solitario, igual que yo. El vaso de vodka está a punto de quedar vacío, bebo rápido y sin mesura, como si fuese el último de mi vida.

Pago la cuenta, los tragos no fueron gratis. Agarro mi chaqueta y me la voy poniendo mientras camino a la salida. La calle está infestada de gente, parece que celebran algo. Meto las manos en los bolsillos y camino pateando una piedra, y es cuando me doy cuenta que la soledad está bien.

La caminata es lenta, mientras a mi alrededor todo pasa demasiado rápido. Voy escuchando lo que suena en cada bar, tienda y café que hay en la cuadra. Los bares pequeños siempre tienen la mejor música, y me alejan de todas esas melodías que siempre fastidian en otros lugares.

No encuentro un bar, no encuentro a nadie, y me angustia tener que regresar temprano a casa. La cajetilla de cigarrillos sin filtro aún tiene siete unidades que guardaba como reserva por si no encontraba un plan. Enciendo uno, y el humo se impregna en mi cabello. Una cerveza en una tienda me espera, la llevaré a casa.

Un taxi en el que suena una bachata se convierte en mi carruaje a casa. La cerveza sigue helada y ya sólo quedan cuatro cigarrillos que serán la mejor medicina para encontrar un sueño furtivo.

El placer del rechazo

Mis recuerdos más placenteros los tengo durante mi adolescencia, sintiendo dolor y rechazo.
He amado una sola vez, o por lo menos creo que fue amor. Lo tenía en la palma de mi mano, sabía que yo le gustaba mucho, y lo hacía sentir como si fuera uno más del montón. Nuestra relación como enamorados fue fugaz: un día.
Dejé que el miedo al compromiso, a las relaciones, se apoderara de mi, y lo dejé; fue cuando comencé a sentir amor por él. Aprovechábamos aquellos juegos en donde podíamos besarnos las veces que quisiéramos, me encantaba.
Las cosas tomaron un rumbo distinto pues se enamoró de mi “mejor” amiga. Ya no tenía, sus sentimientos se escaparon de mis manos.
Sus rechazos comenzaron, le dije que lo amaba cuando fue muy tarde, y mientras más me apartaba, más lo quería. Lo buscaba, me emborrachaba y le decía cuanto lo amaba, incluso se lo dije a su mamá y su hermana, fue vergonzoso.
Aprovechaba sus borracheras para besarlo, para estar abrazada a él un par de horas, y él siempre diciendo que no me quería a mi, pero no me importaba, creía que quizás me querría si más lo besaba.
Sus rechazos se volvieron más frecuentes, pero eso me gustaba y sentía la necesidad de tenerlo cerca. Me humillaba ante él, incluso le lloré y le rogué, a lo que el respondió con un simple abrazo de consuelo. Me dolía todo eso, y era placentero sentir ese dolor del amor. No hay nada como el placer del dolor, el placer de querer algo inalcanzable.
Sus rechazos estimularon mi imaginación; me pasaba fantaseando con él a diario, con los posibles escenarios en donde me diera un beso, me tomara de la mano, me dijera un “te amo”. Tonta, no podía dejar de quererlo, pensarlo y amarlo; tonta, acepté sus desplantes sabiendo que no cambiaría de idea acerca de mi. Mientras más me rechazaba más lo quería, mientras más dolor me hacía sentir, más placer sentía.
Durante cuatro años anduve sin un ápice de dignidad, la había dejado en el piso como si fuera un envoltorio vacío y sin importancia.
Y el colegio terminó, y él se desvaneció, pero mi amor, aún no.

Una carga emocional llamada "Elephant"

Imagen tomada de quepeliculamirar.blogspot.com

Creo que he preguntado a todos mis amigos si han visto Elephant, y nadie ha respondido afirmativamente a eso, y me frustra no poder comentar acerca de ella, y que mejor que usar un blog para escribir lo que se quiere acerca de esta.

"Elephant" es una película de Gus Van Sant, ganadora de la Palma de Oro y Mejor Dirección en el Festival de Cannes en 2003, que muestra, a través de doce chicos, como fue el día de la  matanza en Columbine. Un día común y corriente en que se va al colegio para cumplir con la obligación de estudiar. Miras una típica escuela estadounidense, con los populares, los bullies, aquellos que son las victimas del bullying, y los "normales", por así decirlo.

La película está llena de colores alegres, que te sorprende lo que ves, esa belleza en cada toma que se conjuga con aquella tristeza que tiene el tema central. Pero lo mejor está en aquella unión entre escenas tan simples, como mirar al cielo, con música de Beethoven, que sin duda son las partes que más pueden emocionarte, sin que tengan un significado en especial. Tomas bien hechas, mostrando el entorno de aquel colegio, el cielo, los arboles, y en especial a los protagonistas, siguiéndolos en su cotidianidad.

Continuando con la historia, puede ser muy fácil escribir un guión de violencia, centrándose en los chicos que planean y realizan una balacera en una escuela pública, haciéndolos quedar como los malos de la sociedad, los desequilibrados mentales, o como héroes que se enfrentaron contra aquellos malos, abusivos, y murieron peleando, hubiese sido fácil, pero lo especial de este relato está en mostrar a las victimas, a los que se salvaron y a sus asesinos, cada parte para formar un todo. No todo en la historia es estar esperando el suceso principal -la matanza-, para lo cual hay que ser pacientes, y encontramos los problemas que tienen los adolescentes: problemas familiares, depresión, rechazo, homosexualidad, problemas alimenticios, la lucha por la supervivencia en el colegio.

La causa y efecto, un poco trillada, pero cierta: los abusivos, o bullies, que desencadenan el odio y la venganza. Lo que me hace pensar: ¿Cuánta presión sentían los dos chicos?, ¿Era tan horrible su vida en el colegio?, ¿Psicologicamente pudo afectarlos tanto el abuso como para que decidan entrar con armas a una escuela y matar a culpables e inocentes? ¿Quién más tuvo la culpa?

Al final, no creo que haya sido hecha para transmitir un mensaje, o para decir "ser bueno con todos está bien, ser malo está mal"; creo que es simplemente una muestra de la realidad que muchos se rehúsan a ver, que la puedes encontrar en las escuelas de Estados Unidos, México, China, Ecuador, etc.; que vivas en un país que está en desarrollo no quiere decir que estás exento a tener estos problemas, pero con eso me desvío de la película. Hay que tener paciencia para mirarla, y mirar por debajo de la trama principal, para encontrarnos con otras cosas, y asimilar que la violencia no existe porque sí, sino que se produce por algo, es el efecto a una causa, así de simple.

Mi relación con los Beatles

The Beatles en The Ed Sullivan Show.
Imagen tomada de llopdelblues.blogspot.com

No muchos recuerdan como es que los Beatles comenzaron a gustarles, pero yo recuerdo bien mi relación con ellos desde un inicio. Cuanta gente dirá "yo crecí escuchándolos", "mis papás me inculcaron ese gusto", y cosas así, yo en cambio no puedo decir eso. Mis papás no me hicieron crecer escuchando eso, sino la típica música disco de los 70s y el rock de los 80s, y es genial que lo hayan hecho, pero de los Beatles tal vez pusieron algunas, las típicas como Twist and shout, Let it be, o I want to hold your hand, And I love her, pero nada más.

La verdad es que mi primer recuerdo de ellos se da cuando tenía 10 años, mientras cambiaba de canal para ver algo en la tele, apareció el vídeo de I want to hold your hand, ¡wow! me impactó ver a las chicas gritando por ellos, y ellos, apenas se movían cantando y tocando. Fue cuando tuve conocimiento de ellos, pregunté a todo adulto acerca de ellos, y me contaban que fue una banda de las mejores, y que eran leyenda. Me olvidé de ellos, pues cuando se es niña lo que quieres es jugar, y dejas de lado ciertas cosas.

La verdad mi afición por los Beatles se da cuando tenía 15 años, miraba una telenovela y en una escena un tanto triste sonaba Don't let me down, y en ese instante me cambió la vida, me enamoré de esa canción, había quedado atónita ante su melodía, y me pasaba cantándola todo el día. No podía olvidarme cuando vi a Ferris Beuler cantando Twist and shout, y esos dos momentos me marcaron. En ese tiempo el Internet estaba comenzando a esparcirse en cada barrio con los cybers, y buscaba su música de vez en cuando, conocía muchas más canciones, y sólo las compartía conmigo.

Después de un tiempo dejé de lado nuevamente su música, hasta hace un par de años, cuando tenía 19 años y fui a vivir a Loja, en donde descubrí lo mejor de ellos. Mi primo tenía un póster grande, enmarcado, en su cuarto, con varias fotos de Paul, Ringo, George y John. Mientras revisaba la música en su computador encontré la carpeta que decía "Los Beatles", tomé mi flash y copie en ella todos los archivos que tenía, eran 64, aún lo recuerdo. En mi casa ordene los archivos y los pasé a mi teléfono celular, y descubrí hermosas canciones. Iba a la universidad escuchando A day in the life, que es mi favorita, me quedaba dormida con Eleanor Rigby. No paré por meses hasta aprenderme la mayoría. Hice una especie de póster/folleto para un trabajo de diseño gráfico, estaba obsesionada.

Después vería la película Across the universe, una mezcla de música, rebeldía, libertad y realidad, con muchas buenas versiones de algunas de las canciones de los cuatro ingleses, aunque algunas fueron fatales. Vi la película Help, que sólo me demostró que como actores son muy buenos músicos.

Mi papá dice que cuando fue adolescente tenía todos sus discos, y tenía cuadernos con las letras anotadas, pero cuando pongo su música solo canta la típica Obladi Oblada, pero quizás el me pasó su gusto por ellos.

Me encanta escucharlos, y sigo descubriendo canciones nuevas, que a veces encuentro de casualidad, o en algún enlace que alguien puso en twitter, o por recomendación de mi mamá. Y puede que yo no diga que crecí o me crié escuchado The Beatles, pero conocí mejor de ellos, mas de su música, cuando tuve la edad para poder apreciar sus letras y sus melodías.

"It's been a hard day's night, and I've been working like a dog"

Miradas perdidas

Estaba junto a la puerta, la fiesta continuaba, el tiempo pasaba lento. Fumaba un cigarrillo negro importado, no le gustaba otro, tenía puesto un reloj pequeño en su muñeca derecha, le gustaba ir contra la corriente. Su cabello recogido, y un vestido verde que le llegaba a la rodilla. Sus tacones no la ayudaban a simular su corta estatura.

Tenía la mirada perdida, fingía una sonrisa, nadie notaba su falsedad. Un vaso de vodka la acompañaba, las opciones de hacer algo allí eran escasas, fue preferible beber. Sola llegó, sola pensaba irse. Su mirada se cruzó con alguien que había estado a su lado unos minutos antes pero no notó su presencia.

Se sentó junto a sus amigos, miraba a aquella persona que estaba frente a ella, cada cual habla con las personas a su lado, pero no hablaban entre si. Sus miradas se juntaba y se separaban, se escondían, se escabullían.

Ella encontró unos ojos hermosos, cafés, tan sencillos y tan complejos. Le miraba de reojo, y descubrió algo que la maravilló: una mancha en forma de corazón en su brazo izquierdo. Pensó que quizás había notado sus miradas tan intensas a su brazo, pues le mostraba su mancha con mucho disimulo.

Pasaba el tiempo, las copas de vino que tomaban aumentaba, y ella decidió ir mas allá de las miradas. Rozó su pierna con su pie, lo hizo tres veces, pero no surgió nada. La noche transcurría y había intercambiado apenas tres palabras. Se sonreían, se miraban fijamente, y disimulaban de nuevo como si no pasara nada.

La gente comenzó a retirarse, ella esperaba que algo sucediera, y le vio levantarse, esperaba que se acercara a despedirse con un beso en la mejilla, pero sólo la regresó a ver para decirle chao, el mejor chao que le habían dicho. Bebió dos copas más de vino y se retiró. El resto de la noche su mente se centró en aquella persona. Sus sueños cumplieron lo que había querido toda la noche...

Cuando "Dios" mira lo que no le incumbe

La luz en el baño se prendió, la llave del lavabo fue abierta, la tierra comenzó a irse de sus manos. Frotaba sus manos con jabón con mucha delicadeza, no quería maltratarlas, sólo que quedaran limpias, y mientras lo hacía, su mirada se mantuvo fija sobre el espejo, mirando su rostro, tratando de olvidar lo sucedido.

Llegó caminando a casa, y al entrar fue directo al baño a limpiarse. Escapar de Victor no fue fácil, llegar al baño, sí. ¿Quién es Victor? se preguntó. Se sentó en el piso del baño; la baldosa estaba fría como cualquier otra, y apoyo su espalda contra la tina. Entrelazaba sus manos, las ponía sobre su cabeza, y repasaba lo que sucedió antes. Notaba como su ansiedad aumentaba, no dejaba de mover su pierna.

Había apuñalado a Victor por la espalda, y a diferencia de las películas, su ropa no estaba manchada de sangre, sólo sus manos lo estuvieron.

Victor, ¿qué hiciste para que te hayan clavado un cuchillo en la espalda?, pero lo más importante, ¿quién eres, y por qué entras en esta historia?


Versión de Victor tomada el jueves 13 de octubre a las 04:33 am... desde el cielo.
Estaba caminando por la calle y me encontré con tres amigos, me dijeron que vaya a una fiesta con ellos, pero como estaba un poco ocupado les pedí la dirección para caer en la noche.

La fiesta no tenía nada de raro, yo tomaba algo de trago que pasaban a todos los que estábamos allí y fumaba mis cigarrillos sin molestar a nadie. Por la puerta la vi entrar, y debo decirles que no era preciosa, pero tenía su encanto.

Creo que eran las 11:30 pm cuando me sacó a bailar; yo no bailaba muy bien, pero estaba tremendamente aburrido de escuchar a mis amigos hablar de como se tiraron a sus "conquistas" de la semana pasada. Bailamos un buen rato, y ya saben, cuando suena reggaeton hay que pegar los cuerpos. Salimos a fumar, y hablamos un poco de nosotros, yo no puse atención a nada de lo que me dijo, ni siquiera a su nombre. Me tomo de la mano y me un jalon me llevó a caminar por las calles, y aunque me rehusé por miedo, logró convencerme.

Entramos a una tienda a comprar unas cervezas, y de repente ella sacó un cuchillo, amenazó al tendero y robó el dinero. No sabía que hacer, si huir o ayudar al señor pues ella había cortado su brazo. De nuevo, jaló de mi mano y corrimos lo más lejos que se pudo. No era yo en ese momento, era alguien más, alguien con una vida divertida, con un poco de adrenalina corriéndome por el cuerpo. Llegamos a su departamento, estaba en el séptimo piso, y nos besamos y dejamos que las manos guiaran el camino. No sé que sucedió después, creo que el alcohol me bloqueó la memoria.

- De seguro tú puedes decirme qué pasó y por qué estoy aquí, ¿no se supone que eres Dios?
- Oh, Victor, yo puedo decirte que sucedió, pero es mejor escuchar la historia desde su protagonista. Y por cierto, no soy Dios.


Versión de "no Dios" tomada el jueves 13 de octubre a las 04:59 am.
Yo miraba por la ventana como siempre, revisando que en mi sector no pasara nada malo. Los vi corriendo y los seguí con la mirada. Ahí estabas tú, con cara de tonto, haciendo lo que ella te dijera. Después de robar a aquel hombre, e ir a su departamento, cayeron en un sofá, y te quedaste dormido.

Ese no era su departamento, y aprovechando que tu habías bajado la guardia, buscó todo objeto de valor que hubiera allí. Ella iba a irse sin ti, pero tú te despertaste y saliste corriendo tras ella. Corrías por callejones persiguiéndola parecía inalcanzable, pero sabías que en algún momento se cansaría. Cinco cuadras después le perdiste la pista, no sabías para que lugar ir, pero un gato la delato y la atrapaste.

Ya no existía Victor, no sé por qué te volviste loco, no la soltabas, y la tenías agarrada con mucha fuerza. De pronto tus manos fueron a su cuello y comenzaste a estrangularla; casi lo logras. Ella tenía su as bajo la manga. ¿Recuerdas el cuchillo?

Victor, Victor, Victor, te metiste con la mujer equivocada. De todas las que estaban en la fiesta, ella era la que no debías mirar.

Sacó el cuchillo que guardaba en su bolsillo con las pocas fuerzas que le quedaban y te lo metió en la espalda. Sí, lo sentiste y caíste, al mejor estilo de película hollywoodense, y ella escapó, tropezando un par de veces.

- Eso me aclara las cosas, pero ¿qué pasó con ella?
- No creo que deba decírtelo, no la volverás a ver.
- Sí, yo lo sé, pero quiero saber que hizo después.

Te dejó tirado en piso, y corrió hacia su verdadero departamento. Allí quitó la tierra de sus manos, y se sentó en el piso del baño. Victor, la vi reír.

Cambió su ropa y salió del edifico en un auto, iba cantando como si todo estuviera bien. Llegó a una casa muy lujosa, y ¿sabes lo que descubrí?

- Dime, ya nada me importa.
- Su nombre era Erica, era tu vecina, aquella a la que siempre veías quitándose la ropa a través de cortina.

[Victor tomo la mano de "no Dios", y diez pasos adelante lo miró y se le abalanzó. "No Dios" estaba lleno de sangre, de los golpes recibidos; estaba muerto. Victor miró sus manos ensangrentadas, alzó su mirada, y soltó una carcajada]

Colores en domino

Recuerdo aquel juego de domino que de niña tenía. Sus fichas eran de colores, y venía con una resbaladera con su escalera. Demoraba minutos, incluso horas en ordenar las fichas en el piso, intentando hacer alguna figura que en 15 segundos lograra su objetivo, derribar las fichas. La última pieza a ser derribada era un Buda de color azul, y era la primera en ser ubicada cuando armaba todo ese juego.

Era glorioso ver ese espectáculo, si pestañeaba me lo perdía, y la sonrisa en mi rostro lo reflejaba todo. Satisfacción, asombro, alegría.

Nunca ubicaba las fichas como iban apareciendo, siempre tenían su respectivo orden de color. Primero las amarillas, le seguían las azules, las verdes y al final las rojas, eran las que más me gustaban. Una de las piezas incluidas era un triangulo con escalones, y para poner las fichas allí tenía que ser muy cautelosa, de lo contrario derribaría todo lo alcanzado hasta ese momento.

Mi abuelo, tan paciente, me ayudaba a armarlo, y aun guardo aquella foto en la que estamos los dos mirando las fichas y ordenándolas. Deben haber pasado 20 años desde el día en que tomaron la foto, y es uno de mis primeros recuerdos.

Las fichas se perdieron, talvez y con mi hermano las desparramamos por nuestra casa, por la de nuestros abuelos, o quizá crecimos y nos pareció pequeño o aburrido, o quizá la niñez se nos escapó y empezamos a pedir cosas de grandes. A pesar de eso, fue el mejor juguete que a mis tres o cuatro años pude tener.

Jugando con palabras

Miro al gato trepar paredes
se que no puedo atraparlo.
Entre vidrio y agua está el pez
tan triste y desconsolado.

Confundí tu amor con amistad
y es muy tarde para aceptarlo.
Me inserte en un juego de palabras
que decidiste crear para mi.

Me aleje dándote la espalda
y aun así te vi sufrir.
Prisionera de tus palabras,
hoy se que solo por mi puedes vivir.

No eres mas amigo mío,
ya ni entre extraños nos distinguimos.
Ahora soy fuente de tus sueños,
de aquello que tanto jugamos.

Sueños Grises

Sueño contigo, pero no eres tú.
Siento tu esencia, pero no eres tú.
Te miro, y siento que estas presente
pero tu rostro es el de alguien mas.

¿Por qué mi mente te confunde?
¿Por qué sigo hablándote sabiendo que no eres tú?
Mi mente simplemente quiere engañarme,
confundirme.

Cuando despierto no recuerdo nada,
se siente raro, confuso.
Una nueva noche llega
y me conseguí un cazador de sueños,
no se si sirva de algo, pero lo intentaré.

Dormiré escuchando música,
aquella canción de Cat Power que me da tristeza.
Me miro en un espejo, mi rostro no está.
Eres tú. Finalmente apareces.

Te veo a colores, apartaste el blanco y negro,
pero me das la espalda y te vas.
Yo no puedo, no puedo atravesar el espejo.
Lo golpeo, le lanzó cosas, pero nada pasa.
Derrotada me siento en el piso, miro al cielo,
y ese cielo esta en escala de grises.

Despierto recordando cada uno de los detalles,
excepto tu rostro.
Y despedazo el cazador de sueños,
porque se que te vi, pero tengo el vacío de ese momento,
y a aquel mentiroso, el cazador,
solamente un castigo le espera.