Realidad suspendida


Sin muchas ganas tuve que salir de viaje, casi obligada pues horas antes solo quería echarme para atrás; por alguna razón no me sentía cómoda. 

Armar maleta con lo necesario para estar ocho días lejos de la comodidad de mi casa, de la rutina a la que vivo acostumbrada, con el miedo de ir con personas con las que sólo he compartido un saludo en la mañana. 

Cada día sentía que quería regresar a casa, sin embargo, mientras más me acercaba al día de regreso, solo quería quedarme en ese lugar. No fueron vacaciones, no fue placer, es más, el coraje me ganó muchos de los días, pero no estaba en esa realidad que dejé a 2400 metros de altura, estaba creando una nueva rutina en la que antes de ir a dormir podía estar en el agua boca arriba flotando, mirando la luna, las estrellas.

Me desconecté de todo. Decidí no leer noticias, no escribir a nadie que no fueran las personas que más quiero para decirles cómo estaba, decidí reírme y conocer un poco a esos desconocidos. Viajé a diario varios kilómetros entre ciudad y playa, dejé la comida de casa para pasar a comer a la orilla del mar los mariscos más ricos. Caminé por las calles de una ciudad en la que todos me recomendaban cuidarme, y mientras avanzaba hacia los lugares a los que me dirigía no faltaba el estruendoso sonido de la música en los parlantes grandes que al parecer en cada casa no puede faltar. Estuve de frente con la necesidad de otras personas en lugares tan lejanos que hasta en lancha tuve que llegar, y comprendí que poder ir al baño, bañarme y tomar agua directo de la llave es un privilegio que nunca he agradecido. Recorrí calles de tierra, lodo, vi casas a medio derrumbar, terrenos en donde hasta hace dos meses estaban ubicadas algunas viviendas. 

Y respiré, y entendí que con poco se puede estar bien, aprecié más los atardeceres junto al mar y que la brisa me despeine. Que para ser feliz a veces solo se necesita agradecer por todo lo que se tiene y no hacerse lío por pequeñeces. 

Pero me había olvidado de la realidad, esa a la que tenía que regresar. 

Me despedí de mi rutina al nivel del mar con 28ºC, regresé a casa y nada había cambiado. Pero sigo con las ganas de volver a suspender esa realidad. 

Todos necesitamos llorar

Estamos acostumbrados a que a los niños se les digan cosas como: "los hombres no lloran", "solo las niñas lloran", "pórtate como hombrecito", y muchísimas cosas de ese tipo, sin darnos cuenta que hay acciones y emociones que hemos feminizado y aparte de eso ha existido una tendencia por creer que llorar, hablar de sentimientos, mostrarse sensible, y otras, están mal porque son femeninas.

Mientras que las mujeres podemos hablar con libertad acerca de nuestros sentimientos, llorar viendo películas, cuando nos sentimos mal, cuando nos rompen el corazón, los hombres simplemente tienen que aguantar todo y seguir como si nada pasara, sin poder hablar de lo que les sucede con la libertad que desearían.

Lo cual me hace pensar en que la violencia de género está mal entendida pues solamente hablamos de ella cuando se trata de mujeres, pero a nuestro alrededor se encuentra también afectando a hombres.

La masculinidad creada en los hombres de no mostrar sentimientos, ser fuertes y burlarse de aquel que no adopta sus mismas formas de comportamiento, son aquellas infundidas por su familia, amigos, maestros, televisión, cine, videojuegos, y música. Comportamientos violentos, degradantes, e intimidantes se han convertido en algo normal en la sociedad. 

Así como muchas mujeres empiezan a informarse más acerca del feminismo y han iniciado a mostrarse en contra de la violencia en contra de las mujeres en todas sus formas, también es importante conocer las formas en que el machismo afecta a hombres. 

Hace un tiempo miré el documental 'She's beautiful when she's angry' con el que aprendí la importancia de conocer el contexto histórico de la lucha feminista para saber y afrontar la situación de la mujer en la actualidad. 


Pero también pude ver un documental que explica las cosas desde el lado masculino: 'The mask you live in', acerca de la construcción del género masculino, y pude entender que incluso de forma inconsciente feminizamos acciones que no deberían, que simplemente representan a las personas sin importar su sexo. Incluso muestran la manera en que todo esto ocasiona que los hombres miren a las mujeres como objetos sexuales, el uso de la violencia como algo normal. Dentro del documental escuché una reflexión que me quedó haciendo ruido: si las mujeres (en Estados Unidos) tienen el mismo derecho y la misma oportunidad para acceder a armas que los hombres, ¿por qué la mayoría de tiroteos y actos terroristas son realizados por hombres?



Como sociedad hemos identificado como prioridad la violencia en contra de la mujer y hemos olvidado que no solamente las mujeres pueden ser víctimas de abuso y acoso sexual, sino que también hay hombres que pueden ser victimas de esto, y que muchos han sido violentados sexualmente. Si para una mujer es difícil contarlo y denunciarlo, en el caso de un hombre tal vez sea más difícil pues no solamente se exponen a la vergüenza, así como las mujeres, sino que pueden ser objeto de burla de su sexualidad, por ejemplo.  

Aún nos queda, como sociedad, mucho camino por recorrer para la igualdad de género, para eliminar aquellas características, costumbres, e ideas que hemos formado al rededor del género.