Miradas perdidas

Estaba junto a la puerta, la fiesta continuaba, el tiempo pasaba lento. Fumaba un cigarrillo negro importado, no le gustaba otro, tenía puesto un reloj pequeño en su muñeca derecha, le gustaba ir contra la corriente. Su cabello recogido, y un vestido verde que le llegaba a la rodilla. Sus tacones no la ayudaban a simular su corta estatura.

Tenía la mirada perdida, fingía una sonrisa, nadie notaba su falsedad. Un vaso de vodka la acompañaba, las opciones de hacer algo allí eran escasas, fue preferible beber. Sola llegó, sola pensaba irse. Su mirada se cruzó con alguien que había estado a su lado unos minutos antes pero no notó su presencia.

Se sentó junto a sus amigos, miraba a aquella persona que estaba frente a ella, cada cual habla con las personas a su lado, pero no hablaban entre si. Sus miradas se juntaba y se separaban, se escondían, se escabullían.

Ella encontró unos ojos hermosos, cafés, tan sencillos y tan complejos. Le miraba de reojo, y descubrió algo que la maravilló: una mancha en forma de corazón en su brazo izquierdo. Pensó que quizás había notado sus miradas tan intensas a su brazo, pues le mostraba su mancha con mucho disimulo.

Pasaba el tiempo, las copas de vino que tomaban aumentaba, y ella decidió ir mas allá de las miradas. Rozó su pierna con su pie, lo hizo tres veces, pero no surgió nada. La noche transcurría y había intercambiado apenas tres palabras. Se sonreían, se miraban fijamente, y disimulaban de nuevo como si no pasara nada.

La gente comenzó a retirarse, ella esperaba que algo sucediera, y le vio levantarse, esperaba que se acercara a despedirse con un beso en la mejilla, pero sólo la regresó a ver para decirle chao, el mejor chao que le habían dicho. Bebió dos copas más de vino y se retiró. El resto de la noche su mente se centró en aquella persona. Sus sueños cumplieron lo que había querido toda la noche...

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