El placer del rechazo

Mis recuerdos más placenteros los tengo durante mi adolescencia, sintiendo dolor y rechazo.
He amado una sola vez, o por lo menos creo que fue amor. Lo tenía en la palma de mi mano, sabía que yo le gustaba mucho, y lo hacía sentir como si fuera uno más del montón. Nuestra relación como enamorados fue fugaz: un día.
Dejé que el miedo al compromiso, a las relaciones, se apoderara de mi, y lo dejé; fue cuando comencé a sentir amor por él. Aprovechábamos aquellos juegos en donde podíamos besarnos las veces que quisiéramos, me encantaba.
Las cosas tomaron un rumbo distinto pues se enamoró de mi “mejor” amiga. Ya no tenía, sus sentimientos se escaparon de mis manos.
Sus rechazos comenzaron, le dije que lo amaba cuando fue muy tarde, y mientras más me apartaba, más lo quería. Lo buscaba, me emborrachaba y le decía cuanto lo amaba, incluso se lo dije a su mamá y su hermana, fue vergonzoso.
Aprovechaba sus borracheras para besarlo, para estar abrazada a él un par de horas, y él siempre diciendo que no me quería a mi, pero no me importaba, creía que quizás me querría si más lo besaba.
Sus rechazos se volvieron más frecuentes, pero eso me gustaba y sentía la necesidad de tenerlo cerca. Me humillaba ante él, incluso le lloré y le rogué, a lo que el respondió con un simple abrazo de consuelo. Me dolía todo eso, y era placentero sentir ese dolor del amor. No hay nada como el placer del dolor, el placer de querer algo inalcanzable.
Sus rechazos estimularon mi imaginación; me pasaba fantaseando con él a diario, con los posibles escenarios en donde me diera un beso, me tomara de la mano, me dijera un “te amo”. Tonta, no podía dejar de quererlo, pensarlo y amarlo; tonta, acepté sus desplantes sabiendo que no cambiaría de idea acerca de mi. Mientras más me rechazaba más lo quería, mientras más dolor me hacía sentir, más placer sentía.
Durante cuatro años anduve sin un ápice de dignidad, la había dejado en el piso como si fuera un envoltorio vacío y sin importancia.
Y el colegio terminó, y él se desvaneció, pero mi amor, aún no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario