El plantado

Recibí su llamada la noche anterior, me dijo que iba a estar en la ciudad por unos días. Me llamó porque quería verme. Yo también quería verla; necesitaba verla. Quedamos en encontrarnos en un bar que nos quedaba cerca a ambos.

Desperté con ilusión, tenía que verme bien para la cita. Me peine bien, me puse la camisa y el pantalón más nuevos que tengo, los zapatos los limpie y me perfumé. Tenía que salir a trabajar, e iba a ser una jornada realmente larga. Faltaban 5 minutos para que den las 5 en punto y fui al baño para revisarme y verme bien. Salí del trabajo para ir al bar, tome un taxi y llegué con quince minutos de retraso. Busqué una mesa para dos y ordené una cerveza. "Mi acompañante llegará en un momento" le dije al mesero para que no me pida retirarme de la mesa a la barra. Habían pasado cuarenta minutos de la hora en que quedamos, y ella no aparecía por ningún lado.

Me retire por voluntad a la barra e intente llamarla, pero ni siquiera me daba tono y me enviaba directo al buzón de mensajes. Luego de cinco llamadas desistí; me habían plantado. No podía salir del bar de esa manera, mi orgullo no podía quedar en el piso, así que pedí un whisky, luego otro, y otro. Salí del bar como si ir a beber algo hubiese sido mi objetivo, aunque el mesero de seguro se dio que me dejaron plantado. 

Quizás ella se burló de mí en ese momento, del tipo que moría por verla, tal vez hasta un apodo me puso: el plantado, el idiota, el gil, no lo sé.

Un mes después recibí un mail de ella en el que se disculpaba por aquel mal rato, y me pedía que siguiéramos siendo amigos, que eso era muy importante para ella. Leer eso me tranquilizó un poco y le respondí de manera gentil diciendo que seguiría siendo su amigo. Apenas envié la respuesta inicié sesión en Facebook, quería ver el perfil de ella, y me encontré con las fotos que había compartido de su viaje; en ellas se la veía muy cariñosa, abrazada, tomada de la mano de un tipo. No sé quién era él, pero de seguro era la razón para que me plante. Cerré todo, apagué el computador, y no lo he vuelto a prender. Han pasado varias semanas sin saber de ella, y no puedo olvidarla. Ahora, desde la terraza del edificio pienso en si lanzarme a la calle o no, mientras tanto, escribo esto. Tal vez y alguien encuentre esta hoja en la calle y se conmueva de éste idiota.

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